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Algo tan sencillo como una bata nueva puede desencadenar la redecoración de una casa. Así de lejos puede llegar el efecto Diderot
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¿Qué tiene que ver un filósofo francés con buscar un jersey que haga juego con un pantalón nuevo? ¿Y una bata vieja con que no consigas ahorrar? La explicación a todo esto está en el efecto Diderot.
“Yo era el amo absoluto de mi bata vieja; me he convertido en el esclavo de la nueva”. Si leer esta frase te remueve algo por dentro, es muy probable que alguna vez hayas sentido lo que sintió Denis Diderot al cambiar su bata en el siglo XVIII.
Es probable que su nombre te suene: Denis Diderot fue el filósofo francés que dedicó su vida a editar la Enciclopedia, un trabajo colosal que pretendía reunir todo el saber humano y que sirvió para expandir las ideas de la Ilustración.
También escribió otras cosas, como un ensayo de 1772 titulado “Lamento por mi bata vieja. Aviso a los que tienen más gusto que fortuna”. En esta obrita, recrea las sensaciones y consecuencias que puede llegar a provocar la adquisición de una prenda nueva para sustituir a otra vieja.
Se pueden resumir así: ninguna de sus posesiones anteriores logra acercarse a la opulencia de la nueva bata que llegó a sus manos para sustituir a otra antigua.
Todo está desacordado. Ya no hay conjunto, ya no hay unidad, ya no hay belleza
Denis Diderot
Filósofo (1772)Esa premisa, recogida en un ensayo muy breve, ha llevado a psicólogos y expertos en marketing a hablar del efecto Diderot dos siglos y medio después.
El austero filósofo no solo lamentaba el cambio de bata y sus efectos estéticos sobre el resto de la decoración, sino también lo que vendría después: un cambio de mobiliario para adecuar su vivienda a la nueva y lujosa prenda.
El término “efecto Diderot” se utiliza para designar el deseo de uniformidad que nos provoca una nueva adquisición y que nos lleva a comprar nuevos objetos que se adecuen a ella. Así fue en el caso de Diderot: las compras no se quedaron en su nueva y lujosa bata.
Resulta que el filósofo había recibido una importante cantidad de dinero recientemente. En vez de ahorrar, tapizó paredes, reemplazó cuadros, cambió una silla de paja por un sillón de marroquinería, una vieja mesa por un precioso buró y colgó un espejo sobre la chimenea. Incluso rellenó huecos que de repente parecían vacíos con relojes de oro o secreteres. Todo para que su vivienda no desmereciera a la nueva prenda.
Esos dos bonitos modelos de yeso que yo tenía (…) han sido desplazados por una Venus en cuclillas
Denis Diderot
Filósofo (1772)Dos siglos y medio después, no nos hemos librado de ese deseo de uniformidad y su influencia en nuestra manera de comprar. Lo entendió muy bien el antropólogo Grant McCracken, que fue quien acuñó el término “efecto Diderot” en los años 80 para denominar esa pulsión que, como última consecuencia, nos impide ahorrar.
McCracken explica que, cuando interrumpimos un patrón de consumo bien establecido, tendemos a responder con nuevos patrones de consumo que se alinean con la calidad y el estatus simbólico del nuevo objeto. Es lo que le pasó a Diderot cuando cambió una vieja bata que armonizaba con su estilo de vida austero por otra que ya no lo hacía.
Este efecto está en la base de estrategias de marketing como la venta cruzada, que anima a los consumidores a comprar productos complementarios a otro que acaba de adquirir. También se ha vinculado con otros fenómenos como el consumo conspicuo o competitivo.
¿Cómo se traduce todo esto a nuestros días? En la sociedad de consumo actual, el efecto Diderot es muy habitual porque es muy sencillo dejarse llevar por él.
El problema es que la espiral de compras que desata juega en contra de hábitos de salud financiera como ahorrar o mantener un presupuesto. Veamos un par de variantes comunes del efecto Diderot.
Vas a una tienda de ropa y ves un pantalón precioso de última moda. No te resistes y te lo llevas a casa, pero, al colgarlo en el armario, te das cuenta de que la ropa que guardas en él es de colecciones anteriores y no le hace justicia.
Como tu ropa anterior te parece pasada de moda, buscas en internet un jersey que vaya bien con el nuevo pantalón y, ya que estás, una bufanda que combine con el jersey y un abrigo a la altura de todos ellos. Al final del día, la compra de un pantalón se ha convertido en una renovación de armario que probablemente no necesitabas y un agujero en tu propósito de ahorrar.
Te has propuesto mejorar tu salud y empezar a hacer deporte. Te compras unas mancuernas para hacer ejercicio en casa. Poco a poco, vas adquiriendo otro equipamiento para avanzar en tus entrenamientos y montarte tu propio gimnasio. Una esterilla, una barra con discos, un step e incluso una bicicleta estática comienzan a aparecer en tu cuarto.
Con un poco de suerte, desarrollarás un hábito que convertirá tu gasto en una inversión en salud. Sin embargo, en muchos casos la bicicleta estática acabará como perchero y el resto de los objetos, amontonados en un rincón.
El efecto Diderot puede tener importantes consecuencias sobre las finanzas personales. Por eso conviene seguir algunos consejos para evitarlas: