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Ha llegado el momento de volver a viajar y muchos lo haremos al volante, pero los navegadores nos conducen a todos por las mismas rutas, dejando de pasar por multitud de pueblos.
Las Rutas para Perderse te proponen desviarte un poco en algunos de los trayectos más habituales para descubrir lugares únicos donde merece la pena parar.
Lugares que, gracias a la red de oficinas más extensa del país, en CaixaBank conocemos bien. Nosotros ya estamos y te invitamos a venir.
Disfruta de esta ruta por Córdoba que te lleva de Lucena a Jaén, con una duración total de 2 h 16 min de trayecto en coche.

Empezamos esta ruta a lo grande: en la Reserva Natural de las Lagunas de Zóñar y Rincón. Y es que Aguilar de la Frontera se encuentra enmarcado en este paisaje natural.
Si te gusta la historia, has tenido suerte, pues en su término se han hallado restos desde el Neolítico hasta la Edad de Piedra.
Sin duda, un imprescindible de Aguilar es la plaza octogonal de San José. Se estima que los antecedentes más remotos del pueblo se encuentran cerca de este lugar. El principal punto de la villa constituye un espacio urbano atípico, en forma de anfiteatro.

Llegamos a Fernán-Núñez, una pequeña población que principalmente vive de la agricultura y de la construcción. En sus tierras de cultivo, destaca la denominación de origen vitivinícola Montilla-Moriles.
La calle de la Puerta de la Villa es una de las antiguas entradas a la población. Aún se conservan sus irregulares y estrechas calles con callejones sin salida, perfectas para perderse, que antiguamente servían para estacionar los carros.
Llegamos a la plaza de Armas para contemplar el Palacio Ducal, de estilo neoclásico. Es uno de los edificios de carácter civil más importantes de la provincia y fue declarado bien de interés cultural. Su principal reclamo es su fachada, inspirada en el Palacio de las Necesidades de Lisboa.
Otro monumento del pueblo es la iglesia de Santa Marina de Aguas Santas, de estilo barroco, que destaca por su majestuosidad y sus dimensiones.

Terminamos esta ruta en Castro del Río, un pueblo construido en una antigua fortaleza almohade y abrazado por olivos.
El término está rodeado por campos de cultivos, principalmente de cereal y olivo. Sus zonas de regadío son atravesadas por el río Guadajoz. Su situación geográfica explica el origen etimológico del pueblo.
Urbanísticamente, Castro es un pueblo-fortaleza. Está en la cima de una colina, rodeado por una muralla de la que hoy en día aún se conservan restos. A su vez, el río supone una barrera defensiva más.
Dentro del término, destacan algunos ejemplares de casas solariegas y el Museo de Usos y Costumbres Agrícolas, perfecto para conocer de primera mano la tradicional vida económica de la población.
Por último, y relacionado con su entorno, cabe destacar el sector artesanal de la madera de olivo, una seña de identidad para la región y para el país. Se dice que Castro del Río es uno de los pocos lugares donde se trabaja con este tipo de madera y, probablemente, el único con tradición en la fabricación de muebles.
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