Nota de prensa

El movimiento solidario #NingúnHogarSinAlimentos entrega más de 2.400 toneladas de alimentos a los Bancos de Alimentos

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Voluntarios de CaixaBank clasifican los alimentos que se entregan a FESBAL

Sofía, Juan y la pequeña Maya; Clara; Carmen y Tomás; Mohamed y Fátima. Son solo algunas de las más de 45.000 personas en situación de vulnerabilidad que han recibido parte de las 2.446 toneladas de alimentos recogidos gracias a los donativos realizados en el marco de la campaña solidaria “Ningún hogar sin alimentos” de Fundación “la Caixa” y CaixaBank.

En la segunda edición de “Ningún hogar sin alimentos” se han recaudado un total de 2,3 millones de euros, una cuantía que se ha transformado en alimentos básicos que se han distribuido entre los 54 Bancos de Alimentos que forman parte de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL).

“La distribución de alimentos entre los Bancos se realiza según el número de beneficiarios que atiende cada centro y según el índice de pobreza de cada provincia”, explicaba el director de FESBAL, Miguel Fernández, al inicio de la campaña.  “Las consecuencias económicas de la COVID-19 han provocado una recesión generalizada, pero afecta principalmente a las zonas donde la hostelería y el turismo son la fuente principal de ingresos”, aclaraba.

Sin duda, el último año está suponiendo un desafío en todos los ámbitos y los Bancos de Alimentos no se han quedado al margen. “No podemos bajar la guardia. El mayor temor es que las existencias en los Bancos de Alimentos sean insuficientes para atender la demanda de ayuda de tantas personas que hoy lo necesitan”, señala Fernández.

Precisamente para atender a esa demanda y asegurar que todas las familias en situación de vulnerabilidad puedan recibir alimentos, CaixaBank y Fundación “la Caixa”, en su compromiso con la sociedad, se han sumado al movimiento #NingúnHogarSinAlimentos.

Los voluntarios, clave en el reparto

Pero si una pieza hay clave en todo este engranaje solidario es sin duda la de los voluntarios. Más de 3.000 personas dedican su tiempo, sin recibir remuneración ninguna, a recepcionar los alimentos, clasificarlos, distribuirlos, etc.

María Soledad, a través de la Fundación ”la Caixa”, colabora con la Asociación Vecinal y Solidaria de Arenales (AVESAR) en la clasificación y entrega de alimentos a las personas que acuden al centro. “Antes del confinamiento, las personas que acudían pertenecían, principalmente, a colectivos en riesgo de exclusión, como mujeres maltratadas o personas con adicciones”, comenta. “Ahora, acuden a la asociación personas que han tenido un nivel de vida medio y que, como consecuencia de la pandemia, se han visto obligadas a pedir ayuda, como parejas jóvenes, mujeres embarazadas o familias que han perdido el empleo”, explica.

Y es que la pandemia de la COVID-19 ha llevado a las filas de las entidades sociales a un perfil de personas que hasta entonces no se encontraban en situación de vulnerabilidad. Estos beneficiarios reciben una cesta de la compra con productos básicos entre los que se encuentra pasta, arroz, legumbres, leche, fruta en conserva, tomate, aceite y harina. Además, las familias con menores a su cargo reciben leche infantil y productos adaptados a las necesidades de los más pequeños.

Durante el año pasado, FESBAL repartió más de 158 millones de kilos de alimentos entre casi 8.000 asociaciones beneficiarias llegando a 1,5 millones de personas.

Un trabajo imprescindible, el de los Bancos de Alimentos y el de los voluntarios que se encargan de hacer llegar los víveres a las entidades. Una labor altruista, pero altamente recompensada en el corazón.

“Este voluntariado me enganchó desde el principio y me llena de vida. Es una experiencia desinteresada, que me hace muy feliz. Cuando me suena el despertador para venir, doy un respingo para prepararme”, señala Rosa, voluntaria en el Banco de Alimentos de Zaragoza.

Un sentimiento que comparte Julio, exempleado de CaixaBank y voluntario en el Banco de Acción Solidaria de Valencia. “Cuando uno siente que ha sido afortunado en la vida, solo te queda contribuir a revertir esa suerte y echar una mano en lo que buenamente se pueda”, explica Julio, quien, además de colaborar con el Banco de Alimentos, imparte clases de español para inmigrantes. “Siempre me ha gustado la docencia”, apunta.

 

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