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Profesora con niño con síndrome de Asperger
Profesora con niño con síndrome de Asperger
El Síndrome de Asperger sigue siendo un desconocido entre la población general a pesar de que cada vez se están detectando casos con más frecuencia.
Actualmente, entre 3 y 7 de cada 1.000 personas lo tienen, aunque es muy difícil de diagnosticar, ya que puede confundirse con otras características como timidez, retraso madurativo o problemas de conducta. De hecho, muchos de los casos no se consiguen diagnosticar hasta los 5 o 9 años, incluso hasta la adolescencia o edad adulta.
Dificultad para mantener conversaciones convencionales, sensibilidad ante sonidos o luces muy fuertes, memoria visual, ingenuidad o dificultad para reconocer los sentimientos de los demás… son algunas de las características más habituales entre las personas con síndrome de Asperger. Algunas de estas particularidades pueden condicionar su adaptación a la vida cotidiana y sus interacciones sociales.
La asociación Aspercan (Asociación Asperger de las Islas Canarias) trabaja para ayudar a estas personas y a sus familias a conseguir una vida autónoma en condiciones de igualdad y a acceder al mercado laboral.
Educación social
AsperCan nace en 2005 gracias al propósito de un grupo de familiares preocupados por la desigualdad que perjudica a las personas con Síndrome de Asperger en temas de educación, sanidad y ocio. Su trabajo se centra en defender los derechos de estas personas y de sus familias, concienciar y prevenir discriminaciones y, sobre todo, realizar actividades que mejoren la calidad de vida y bienestar social de las personas con este tipo de trastorno.
Actualmente, la asociación tiene presencia en las islas de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura. Con su trabajo ayudan a aproximadamente 170 familias y trabajan también para formar a docentes, sanitarios o empresas privadas que lo soliciten.
Gracias al apoyo de CaixaBank y Fundación La Caja de Canarias, a través de la Convocatoria de Acción Social 2020, AsperCan ha podido dar continuidad a lo largo del 2020 al “Programa de Autonomía Personal con Personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Síndrome de Asperger (SA)”, cuyo objetivo principal es mejorar la calidad de vida de las personas con SA/TEA, reduciendo desigualdades.
Este programa desarrolla actividades destinadas a que sus usuarios vayan adquiriendo las competencias sociales necesarias para acceder a una vida autónoma y plena. El proyecto incluye talleres de apoyo psicosocial (trabajo en áreas de planificación, comunicación, psicomotricidad…) y actividades que van derivando progresivamente hacia una idea de ocio autogestionado, gracias al que van ganando cierta independencia.
Dentro de su “Banco de actividades”, los usuarios eligen, planifican y desarrollan sus actividades, convirtiéndose en los protagonistas de los actos de la organización con el objetivo de servir de ejemplo y guía para el resto, pero también para darles responsabilidades y se sientan incluidos en la sociedad.
La inclusión en una época de aislamiento
La pandemia tiene un efecto especialmente cruel para las personas con Síndrome de Asperger o Trastorno del Espectro Autista, ya que son personas que sufren mucho con el cambio de sus rutinas. Todo el trabajo que venían realizando a favor de potenciar sus habilidades sociales se ha visto en riesgo, ya que muchas familias han visto canceladas las terapias de apoyo psicopedagógico o los diferentes servicios de atención temprana necesarios para sus hijos e hijas.
María del Mar Álvarez Suárez, trabajadora social de la Asociación, nos aclara cómo han conseguido adaptarse para evitarlo. “Hemos reinventado la metodología de trabajo para seguir ofreciendo los mismos servicios e incluso incrementar algunos de ellos de manera online y telemática”, explica la responsable.
Además de las dificultades que la pandemia les ha obligado a enfrentar, la asociación ha visto incrementada la cantidad de familias que necesitaban atención. Según Álvarez “hemos facilitado apoyo psicológico tanto individualizado como grupal. Además de ofrecer pequeñas formaciones para las familias, hemos generado actividades para tratar de cubrir todas las necesidades de las personas asociadas”.
Aunque estos métodos son indispensables para ayudar a las personas asociadas, lo que más orgullo le supone a la asociación es haber conseguido “generar un espacio de escucha, donde compartir cómo esta cada uno viviendo esta situación, un espacio de apoyo y de aprendizaje en el que tratamos de que la distancia física no se note”.