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La matemática Katherine Johnson fue una de las personas clave para lograr llevar el hombre a la luna. En los años 50 y 60, mucho antes de que se inventara la tecnología actual, calculaba a mano las trayectorias de vuelo para el programa espacial estadounidense. Su trabajo hizo posible que el astronauta John Glenn fuese el primer estadounidense en orbitar la Tierra y el quinto humano en el espacio. Conocida como “calculadora humana”, también estuvo involucrada en los programas Mercury y Apolo de la NASA. Ella tuvo que luchar con la doble discriminación de ser mujer en un mundo de hombres y ser afroamericana en la época de la segregación racial en Estados Unidos. De hecho, su legado fue ignorado durante décadas, ya que tuvo que esperar al siglo XXI para que su labor fuese reconocida públicamente.
Johnson tuvo como predecesoras a Marie Curie, Ada Lovelace o Maria Mitchell, mujeres que desafiaron las expectativas de su tiempo y dejaron una marca imborrable en la historia. Sus contribuciones sentaron las bases para generaciones futuras de mujeres en la investigación científica. Aunque en el pasado las oportunidades eran limitadas, ciertamente la participación de mujeres y niñas en el ámbito científico ha experimentado una evolución significativa a lo largo de la historia. En este sentido, hoy en día se observa un cambio gradual pero constante hacia la igualdad de género en la ciencia. No obstante, aun queda un largo camino por recorrer.
Camino por recorrer
Según el informe “Científicas en cifras 2023”, elaborado por la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación, en colaboración con la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), el porcentaje de investigadoras sigue aumentando y ya representan el 42% del personal investigador de España. Sin embargo, en el sector empresarial no se reduce la brecha y las investigadoras siguen suponiendo únicamente un 31% del total.
A nivel académico, a pesar de que las mujeres representan más del 70% en estudios de grado en Ciencias de la Salud, en otros ámbitos como son la rama de Ingeniería y Arquitectura, tan solo una de cada cuatro estudiantes son mujeres. En este sentido, uno de los principales retos a los que se enfrenta la carrera hacia la igualdad de género es precisamente incentivar la presencia femenina en las denominadas carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
Fruto de este desafío, en 2018 CaixaBank y Microsoft lanzaron los Premios WONNOW, que reconocen la excelencia femenina en grados universitarios STEM con el objetivo de fomentar la diversidad y contribuir a reducir la brecha de género en estos sectores históricamente muy masculinizados. Con un total de 1.006 candidaturas procedentes de 77 universidades, en 2023 se batió récord de participación. El numero de estudiantes que se han postulado a lo largo de las seis ediciones celebradas de estos galardones, por su parte, asciende a 3.764. Cada año se premia a la alumna con el mejor expediente académico, trayectoria profesional, personal y social, que recibe una dotación en metálico de 10.000 euros y el acceso a un programa de mentoring de Microsoft. El resto de ganadoras (que este año se ha incrementado a 15 estudiantes) obtienen una beca remunerada para trabajar durante seis meses en CaixaBank y el acceso al programa de mentoring de Microsoft. Actualmente, 18 de las jóvenes que han resultado ganadoras de las diferentes ediciones de los premios siguen trabajando en el Grupo CaixaBank y dos de ellas en Microsoft.
Aunque el camino hacia la igualdad de género en la ciencia ha sido (y sigue siendo) largo y desafiante, el progreso es innegable. Con estos galardones, CaixaBank y Microsoft muestran su firme compromiso con el desarrollo del talento femenino y la lucha contra la brecha de género y animan a las estudiantes a romper estereotipos e interesarse por la ciencia y la tecnología desde jóvenes.
