Nota de prensa

Las antiguas pozas de lino de Basardilla se llenan de vida

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Zona recuperada por la Asociación de El Guijo

A los pies del parque nacional de la Sierra de Guadarrama, y a tan solo 14 kilómetros de Segovia, se distingue el pequeño municipio de Basardilla, con 149 habitantes censados. Su término municipal se integra, junto con otros pueblos colindantes, en la comarca del Río Viejo.

Antiguamente, en los años cincuenta, esta zona geográfica era conocida por sus pozas y su producción de lino, la mayor fuente de ingresos de sus habitantes. Ahora, esas pozas abandonadas vuelven a tener vida a través de un proyecto ambiental en el que participan CaixaBank y la Fundación Caja Segovia.

Según explica José María Calzada, uno de sus impulsores junto a la Asociación de El Guijo, el proyecto “estaba orientado no solo a recuperar esas antiguas pozas, que se utilizaban en los años cincuenta, sino a adecuar la zona a la reproducción de anfibios, para lo cual también se necesitaba recuperar el agua en la cacera”.

Un objetivo que se ha conseguido. “El proyecto está terminado y a partir de ahora haremos un proceso de mantenimiento, de consolidación del proyecto y haremos también una fase de educación entre los ganaderos”. Porque, además, esta recuperación del agua servirá como sustento del ganado de esta zona y de la creación de un entorno ambiental, como sucedía antiguamente.

Historia y educación

La recuperación de estas históricas pozas de Basardilla también buscaba, en declaraciones de José María Calzada, “cohesionar y reunir al vecindario en los trabajos comunitarios, sensibilizando a los más jóvenes del pueblo en la idea del conocimiento y respeto por la naturaleza y las costumbres tradicionales del municipio”.

Este proyecto no es el único que se conoce en la comarca del Río Viejo. “Hay más pueblos de Segovia que están recuperando parte de su historia”, reconoce Calzada, al tiempo que destaca la labor de los más mayores del lugar. “Esto es posible gracias a la gente mayor, porque son los que verdaderamente conocían estas pozas y por dónde iba el cauce del agua”. Y en su memoria, un episodio de nostalgia: “cuando el agua volvió a discurrir por las caceras, nos dimos por satisfechos al ver a los mayores del pueblo emocionados”.

Emocionados porque hace “cincuenta o sesenta años” esta zona era conocida por su “producción de lino”. Era una verdadera fuente de ingresos para sus habitantes. “Esto ya no volverá” reconoce Calzada porque el objetivo de la regeneración ambiental y crianza de anfibios (ranas, sapos, tritones, entre otras especies) no sería compatible con la producción de lino.

“En estas tierras se cultivaba el lino, que una vez recogido se introducía en agua durante tres semanas para que se pudriera una parte del tallo y obtener así la fibra del interior como paso previo a tejer mantas o camisas que los más antiguos del lugar nos han enseñado durante este proyecto”. Ahora esto no sería posible porque el agua se contaminaría.

Pero esta vuelta del agua, aparte de recuperar esas pozas y cría de anfibios, servirá para dar de comer al ganado de la zona y ver crecer el arbolado autóctono de la zona. Esto, sin embargo, crea una problemática en la que se está trabajando. “Estamos educando a los ganaderos sobre el aprovechamiento del agua de la cacera, para evitar que vuelven a secarse, como ha sucedido durante estos meses de confinamiento”.

A través de la educación se buscará que estas pozas sigan activas, como antiguamente, con el objeto de mantener ese entorno de biodiversidad en un municipio que mira hacia el parque nacional de la Sierra del Guadarrama, cuyos “técnicos también han asesorado” en todo este proyecto de regeneración de las pozas del lino a la cría de anfibios.

 

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