Nota de prensa

La agricultura, clave para frenar el cambio climático

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Joven labrando

El cambio climático ya es una realidad y representa uno de los principales retos ambientales, con efecto sobre la economía global y el bienestar social.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los primeros 30 cm del suelo del planeta contienen prácticamente el doble de carbono que el que existe en toda la atmósfera, por lo que se ha convertido en el segundo sumidero de carbono natural más grande, después de los océanos.

Este fenómeno climático está muy relacionado con el medio rural. La agricultura es, en la actualidad, la tercera actividad económica emisora de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero. Sin embargo, podría llegar a ser neutral, en cuanto a emisiones de carbono, si se adapta un nuevo modelo capaz de favorecer el secuestro de CO2 en el suelo.

Un modelo que ya se ha puesto en marcha en nuestro país de la mano de la asociación cultural Escuelas Campesinas de Segovia que, a través de su proyecto ‘Guardianes de la Biodiversidad: reproducción de variedades tradicionales con técnicas de secuestro de carbono y conservación de los suelos’, seleccionado por CaixaBankFundación Caja Segovia en la ‘I Convocatoria de Medioambiente y Desarrollo Sostenible’, busca:

  • cuidar y mantener la diversidad hortícola y cerealística con la reproducción de variedades tradicionales de la provincia
  • implementar y difundir varias técnicas agrarias que faciliten el secuestro de carbono en los suelos de cultivo, frenando así su emisión a la atmósfera

Secuestro de carbono: ¿en qué consiste?

“Las técnicas de secuestro de carbono se orientan en favorecer la vida en el suelo, bien evitando salidas de carbono a la atmósfera con reducción de laboreo, rotación de cultivos, control de humedad…, bien con prácticas que aumenten el contenido de carbono en el suelo, como el uso de cubiertas vegetales, cultivos entre líneas, aplicación de residuos agrícolas o ganaderos”, explica Alfonso Pescador, presidente de Escuelas Campesinas de Segovia.

Proyectos como este, señala Alfonso, pueden ser muy útiles, ya que proporcionan al mismo tiempo datos y referencias que se pueden utilizan más tarde para “optimizar riegos y fertilizantes, adaptar cultivos en función de los rendimientos de cada suelo…”.

Un total de 20 agricultores profesionales y aficionados participan en este proyecto y lo hacen reproduciendo alrededor de 25 variedades tradicionales y monitorizando su crecimiento y condiciones a través de varios instrumentos de control.

“Ya hemos comenzado a analizar los suelos de las parcelas de control destinadas a la reproducción de estas variedades. Algunas como el trigo candeal o el centeno gigantón ya están sembradas, y hemos aplicado, por el momento, técnicas como la siembra directa y el mínimo laboreo”, añade Alfonso.

El objetivo final de este programa, además de mejorar la calidad de los suelos con riesgo de erosión alto, es reducir la emisión de gases de efecto invernadero en la práctica agrícola.

La sociedad ante el cambio climático

Desde la asociación creen que la sociedad está poco informada. “Se desconoce en general el poder de cada persona a la hora de decidir qué comprar, dónde y cómo. Cada elección personal y cada exigencia hacia un mercado más justo y sostenible es muy importante para sumar cambios a gran escala”.

También existe, según Alfonso, un desconocimiento general de los procesos que se realizan en el mundo rural. “Por ejemplo, para un agricultor de secano es difícil entender que una barra de pan cueste 25 céntimos. Sin embargo, alguien que vive en la ciudad ni siquiera se plantea cómo se hizo ese pan”.

Mejorar y proteger el medio rural, señala Alfonso, es cosa de todos. No querer transformarlo en pequeñas urbes, entenderlo sin romanticismos ni ideas bucólicas, conocerlo de verdad e identificarlo como otra parte esencial de la actividad económica y social son claves fundamentales para conseguirlo.

Y señala como prioritario evitar distracciones, “ya que el problema de raíz es la pérdida de biodiversidad, la pérdida de calidad de vida, la pérdida de recursos naturales y la pérdida de salubridad en nuestras sociedades por el aumento de la contaminación y el calentamiento global”.

La implicación de esta organización con el sector agrícola y ganadera es tan grande que permite que proyectos como ‘Guardianes de la Biodiversidad’ se conviertan en una referencia para todos en futuras acciones de lucha contra el cambio climático.

 

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