Nota de prensa

Envejecimiento saludable para las personas con Síndrome de Down

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Varias personas juegan con la pelota

“Envejecer forma parte de la vida y, como una etapa más dentro del ciclo vital del ser humano, no se puede evitar, pero sí se pueden llevar a cabo acciones que retrasen su aparición de forma prematura”, asegura Sonia Palasí, trabajadora social de la Asociación Síndrome de Down de Castellón.

El proceso de envejecimiento en las personas con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual ha cambiado notablemente en los últimos años. Gracias a los avances en los tratamientos médicos, su esperanza de vida ha aumentado hasta en 30 años y, actualmente, se acerca a los 60-70 años.

Esta buena noticia plantea a su vez nuevas necesidades y es que, aunque no existe evidencia científica en cuanto a qué edad se inicia ese proceso, sí existe cierto consenso a la hora de señalar que los primeros signos y síntomas de envejecimiento aparecen alrededor de los 45 años en personas con discapacidad intelectual y alrededor de los 35 en personas con síndrome de Down.

Con el objetivo de detectar esos síntomas a tiempo para poder actuar sobre ellos, desde la Asociación Síndrome de Down de Castellón han desarrollado el programa ‘Envejecimiento Activo’, una iniciativa que cuenta con el apoyo de CaixaBank y Fundación Caja Castellón, y que consiste en promocionar un envejecimiento activo, saludable y de calidad entre las personas con diversidad funcional.

 

Reto: envejecer con más salud

Además de implementar acciones de formación e incorporación de hábitos saludables para una buena vejez, el programa ‘Envejecimiento Activo’ de la Asociación Síndrome de Down de Castellón contempla revisiones médicas periódicas con diferentes especialistas – con especial atención a las patologías más frecuentes en los adultos con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual-, necesidades afectivo-sexuales, estimulación cognitiva, actividades físicas, actividades de ocio y tiempo libre, etc. “Es importante que se mantengan activos, pero no solo desde un punto de vista físico, sino también en referencia a la imaginación y la resolución de problemas”, apunta Palasí.

A lo largo del último año, 83 personas con discapacidad intelectual y/o síndrome de Down se han beneficiado de este programa que, según la asociación, resulta “imprescindible” dado que el porcentaje de personas con diversidad funcional crece cada año, a medida que lo hace el aumento de la esperanza de vida. Por lo que se estima que en un futuro no muy lejano el número de personas beneficiarias de este programa se multiplique.

“La planificación y anticipación de las situaciones de no retorno – sostiene Palasí – contribuyen también a reducir las situaciones de estrés y ansiedad dentro del núcleo familiar”. No solo envejece la propia persona con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual, también lo hacen sus principales cuidadores (padres) y el saber qué será de ellos cuando estos no estén es lo que más preocupa a las familias de este colectivo.

Palasí considera esencial que las propias personas con diversidad funcional formen parte activa de su proceso de envejecimiento; es decir, que sean conscientes de todos los cambios que supone hacerse mayor. Para ello, desde la entidad realizan acciones que les permiten conocerse mejor y detectar situaciones ‘no corrientes’. “Eso ayuda a la autodeterminación que, junto a las principales redes de apoyo, hacen que esta etapa la lleven de manera más independiente”. 

La era del coronavirus

Al igual que en otros ámbitos, algunas de las actividades previstas en el programa ‘Envejecimiento Activo’ se han visto modificadas como consecuencia de la pandemia de la COVID-19 y el uso de las tecnologías ha comenzado a formar parte de la rutina de la entidad.

“La repercusión que la pandemia ha tenido en las personas con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual está relacionada con la carencia de relación social a nivel físico y la poca opción a ocio inclusivo”, aclara Palasí. “Aunque desde la asociación se ha intentado paliar ese efecto a través de las plataformas digitales, el contacto físico con su grupo de iguales es algo que no puede sustituirse con nada”.

La nueva situación les ha obligado a adaptarse a un nuevo escenario que, en otras circunstancias, no se hubieran planteado.

En general, las necesidades de las personas mayores con discapacidad intelectual y/o síndrome de Down no distan mucho de las necesidades del resto de personas mayores y desde la asociación esperan que dentro de poco se hayan superado muchos de los retos hoy planteados.

 

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